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sábado, 11 de marzo de 2017

Entrevista a Mercedes Vigil

Mercedes Vigil: poseída y en avanzado estado de descomposición


Hace más de 120 años que la intelectual, historiadora, politóloga, socióloga, psicóloga, presidenta del club de fans de Mercedes Menafra, y experta en hedores ajenos, MERCEDES VIGIL, se dedica a la escritura. Desde la aparición de su primer libro, “Mil y un maneras de humillar a la empleada doméstica”, en los estantes de saldos de las librerías, allá por 1911, no ha parado de publicar obras de la más diversa índole. En la actualidad, con más de ochocientos libros publicados, es la autora new age más leída y vendida de la Provincia Oriental del You Are Gay.



Hace apenas una semana, tuvo la amabilidad de concederme esta entrevista para la revista Jetas de Piedra, en su lujoso apartamento de la Torre Trump, con vista al Arroyo Miguelete.


¿Cuándo nació esa pasión por la escritura?

Cuando tenía diez años, allá por 1880, escribí un cuento corto de doscientas cincuenta paginas, en el que un niño pobre encontraba un jabón mágico que eliminaba el olor a pobreza de él y de toda su familia. El padre usaba el jabón y como ya no olía mal lo contrataban como portero en un edificio. La madre usaba el jabón y podía entrar a trabajar como criada en una mansión. El niño usaba el jabón y podía ir a revolver los contenedores de basura de los barrios ricos sin que los vecinos lo echaran a patadas. Envié el cuento al diario El Observador y les gustó tanto que lo publicaron. En ese momento supe que lo mío era escribir. Desde entonces lo hago sin parar.


¿Cuál cree que es su mejor obra hasta ahora? Seguramente tiene un libro propio favorito.

No, todos son mis favoritos. Todos son excelentes. Soy tan genial que tengo la capacidad de abordar todo tipo de temas. A veces llegó a escribir tres libros a la vez. Luego los voy publicando de a uno para no saturar el mercado.


Pero si tuviera que elegir sólo uno… ¿cuál sería?

Bueno, si tuviera que elegir uno en particular creo que sería “Cartas de amor a Juan María Bordaberry”. Estoy enamorada de él desde que era adolescente. El libro es una recopilación de las cartas que le escribí. Creo que después de Pacheco, Bordaberry fue el mejor presidente que tuvimos. Siempre me gustó su porte, su elegancia, su capacidad de gestión…


Se detiene un instante para limpiarse la baba que le chorrea por el mentón con un pañuelo desechable.


¿Bordaberry le respondió alguna de esas cartas?

No, nunca, pero no importa. Una vez le envié una foto mía en ropa interior, usando las enaguas manchadas de orina de mi madre. Fue el 27 de junio de 1973. Le gustó tanto que ese día decidió hacer algo muy especial para el país. Le estoy muy agradecida desde entonces.


Una mujer tan culta como usted, seguramente ha leído cientos de libros…

Millones.


...¿Qué libros y qué autores son sus favoritos?

Bueno, admiro a muchos escritores, pero por supuesto ninguno de ellos escribe tan bien como yo. Me gusta mucho Mario Vargas Llosa, pero sobre todo por sus ideas políticas. Es un hombre serio y centrado. En cuanto a libros, diría que uno de los que más me gusta es “Mi Lucha”, de ese famoso estadista alemán.


¿Qué libro diría que le cambió la vida? ¿Cuál de todos los que ha leído le ha parecido el más impresionante?

El Alquimista, de Paulo Coelho o cualquiera de los libros de autoayuda de Deepak Chopra. Sobre todo por su calidad literaria (aunque por supuesto, no se compara con la mía). También me fascinó la autobiografía de Orlando Petinatti, “Locas confesiones de un catador de esperma”. Muy inspiradora.


¿Sigue algún ritual a la hora de escribir?

Por lo general escribo durante la noche, mientras veo Showmatch con el volumen al máximo. Mi empleada, (a la cual mantengo en negro, como debe ser) me sostiene la máquina de escribir mientras su hija, arrodillada, me hace la pedicura. Tengo que mantenerlas encadenadas para que no es escapen; gracias a este gobierno de comunistas, las muy turras se creen que tienen derechos. Estas sesiones de escritura pueden durar hasta tres horas. Después, las obligo a amabas a leerme lo que escribí. Lo hago sobre todo por la niña, para que aprenda a leer. Después me levanto y empiezo a soltar flatulencias. Pueden ser entre trescientas y quinientas. Mi empleada y la hija están obligadas a olerlas, porque huelen a jazmín.


Hablando de flatulencias, ¿cómo definiría su caca?

Mi caca es lo más maravilloso que que existe. Es cierto que todo el mundo hace caca, pero la mía es la más especial, la más suave, cremosa y deliciosa. Además, tiene propiedades beneficiosas para la piel. Todas las noches, antes de acostarme, me aplico una mascarilla de mi propia caca, para dejar mi cutis limpio y suave. Mi caca también tiene propiedades nutritivas. Ningún desayuno está completo sin unas cuantas tostadas untadas con mi caca, que posee todas las vitaminas y minerales que el cuerpo necesita.


¿Es cierto que va a escribir un libro sobre su caca?

Sí, de hecho ya lo estoy escribiendo. Se llama “Matilde, mi caca amorosa”. Va a ser un libro de más de ochocientas páginas en el que hablo sobre mi relación con una caca muy especial que hice en el verano de 1989. Le puse Matilde porque es un nombre muy especial para mí. Fue amor a primera vista. La tengo guardada en un frasco desde entonces y somos muy buenas amigas. Más bien, diría que somos hermanas.


Al decir esto se ríe, enseñando sus dientes manchados con su propia caca, la cual acaba de ingerir.


Cambiando de tema, ¿qué opina de la gente que la critica por sus opiniones?

Que no tienen la menor idea de nada. Son ignorantes. Yo soy escritora e intelectual. La mayoría de la gente en este país es analfabeta, apenas sabe leer y escribir. Vivimos en un país decadente, culturalmente pobre y sin valores. Yo soy casi la única persona que sabe leer y escribir. Y lo digo sin pelos en la lengua (porque me al afeito todos los días) y eso a mucha gente le molesta. A la gente le molesta que les digan la verdad en la cara.


Hablando del país, ¿cómo lo ve actualmente? ¿Qué opina de la coyuntura política y social?

Opino que es todo un desastre. Que estamos peor que los países más pobres de África. No como en el 2002, que estábamos de maravilla. Y todo por culpa de los gobiernos populistas y corruptos. Aunque esta decadencia comenzó bastante antes, más o menos por 1985. Antes las cosas que se ven ahora no ocurrían. No había este libertinaje que se ve en la calle. Los drogadictos y los homosexuales no tenían el poder y la impunidad que tienen ahora.


¿Cuál fue, según su parecer, la mejor época de este país?

Diría que del 73 al 85. Había orden, había respeto, había valores. La gente vivía muy bien y el populismo y la corrupción ni siquiera existían. Éramos un país pujante y próspero que vivía en paz y tranquilidad… hasta que un comando cubano entrenado por la Unión Soviética contaminó el agua con el virus del populismo. A partir de entonces todo se desbarató. Y ahora estamos viviendo las consecuencias.


¿Cuál cree que sería la solución a nuestros problemas actuales?

Yo no tengo la solución. No me dedico a la política. Yo soy independiente, no me meto en política, ni partidaria ni de otra índole, aunque estudié derecho y tengo la capacidad para redactar leyes, no como los analfabetos que están ahora. Pero si me consultaran, les diría que lo que hay que hacer construir un lavarropas gigante para meter a todos los pobres dentro y lavarlos bien. Así no sólo se quitan la suciedad, sino las malas costumbres y los vicios que trae la pobreza. Creo que esa sería una solución a largo plazo. También le daría más poder a los militares para que volvieran a restablecer el orden. Sobre todo en ese antro de decadencia y perversión que es el Palacio Legislativo. También colgaría a José Mujica y su maloliente esposa en el Obelisco para que los bomberos los rocíen con hipoclorito. Esto último es más por un deseo personal que por otra cosa. Pero como te dije, no me meto en política. Soy independiente.


Muchas gracias por concederme su precioso tiempo para esta entrevista, doctora Vigil.

Bueno, como ya tuviste el honor y el privilegio de conocerme, ahora vas a tener el honor de llevarte una copia de todos mis libros autografiados. Voy a decirle a la bruta de la empleada que los cargue en la carretilla.


Eh… gracias.


Ah, y te deseo una enfermedad terminal y que no puedas comprar medicamentos.


Muy... bien… muchas gracias.