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jueves, 19 de noviembre de 2009

Estimado señor Monstruo

Estimado Señor Monstruo:

Le ruego disculpe mi formalidad, pero la verdad es que no se me ocurre otra manera de llamarlo, habida cuenta de que apenas lo conozco (aunque sí lo conozco lo suficiente como para enviarle esta carta).

La razón principal de estas líneas es formularle una sencilla pregunta: ¿Cuánto tiempo piensa quedarse a vivir en mi armario? No es que me moleste, precisamente. Puedo soportar los maullidos de dolor que hacen los gatos callejeros que usted devora todas las noches. Puedo tolerar que casi toda mi ropa esté llena de rasgaduras y mordidas, al igual que mis libros, mis discos y demás efectos personales. Puedo soportar el fuerte olor animal que despide y que impregna todo el armario, incluso puedo soportar que se haya comido a dentelladas el trabajo final de sociología que tenía que entregar este mes. Por favor, no se tome a mal mi interrogante y no lo vea como un deseo de que se marche ni nada parecido. Simplemente, siento curiosidad por saber cuánto tiempo piensa quedarse viviendo en mi armario. Estoy seguro de que si lo eligió y si ya lleva tanto tiempo viviendo en él (cuatro meses) es porque le gusta mucho, le parece cómodo y espacioso. Aunque, para serle honesto, escapa a mi entendimiento cómo una criatura súper desarrollada como usted, que mide casi dos metros y medio y tiene cuatro brazos, puede caber en un armario que no debe tener más de un metro y medio de lado por un metro veinte de alto (debo confesarle que no me he tomado la molestia de calcular el volumen). Yo, en lo personal, me sentiría muy incómodo habitando en un espacio tan reducido, sobre todo teniendo en cuenta que está lleno de cosas... pero si a usted le gusta, allá usted. Sobre gustos no hay nada escrito, ¿no?

Otra de las cuestiones que quisiera despejar con usted tiene relación con sus hábitos alimenticios. Al igual que en lo referente a su hábitat, no juzgo que se deleite degustando felinos callejeros... Pero, ¿es necesario que deje los restos desparramados por todos lados? Los gatos destrozados entran en descomposición rápidamente (sobre todo con el calor que vivimos en esta época del año) y el olor que producen es francamente desagradable (sin mencionar las moscas y los gusanos). No se lo digo por mí. Puedo ponerme una pinza en la nariz para no sentir la fragancia y puedo mirar para otro lado en lo tocante a moscas y larvas, pero mis vecinos empiezan a hacerme insistentes reclamos. Dicen que el “hedor a gato putrefacto” (para ponerlo en sus propias palabras) se siente hasta en sus casas... y no lo pongo en duda, créame. Le ruego encarecidamente tomar cartas en este asunto, a fin de que todos (esto es usted, yo, mis vecinos) podamos convivir en paz y armonía.

Sin otro particular, lo saluda atentamente y confía en encontrarlo bien:

Federico.

PD: También le estaría eternamente agradecido si tuviera el bien de guardar a su mascota, la tarántula gigante, en otro lugar que no fuera debajo de mi cama. No es que me moleste, me encantan los animales, es simplemente que a en algunas ocasiones me despierto cubierto de telarañas y se me dificulta mucho respirar.

F.

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